“Hoy he dejado la fábrica”, de David Monteagudo; Prólogo de Lilian Neuman


De obrero a escritor

Clasificación: Memorias

Editorial: Rata

El autor tiene dos hijos, Lluís y David y una mujer, Olga. En los breves relatos que pueden tener algo de ficción pero, entiendo, mucho de memorias, vamos a encontrar una cotidianidad de día a día en Cataluña, en el Penedés.

También tiene varios hijos literarios: “Fin”, “Invasión” y “El edificio” En la introducción, Lilian Neuman nos explica que sus libros ponen el foco en el miedo que tenemos a ese lobo que nos acompaña diariamente en el autobús, en la bicicleta, en la cafetería o en casa.

Es un libro de barrio con unos personajes de barrio. No esperen encontrar aquí grandes ciudades, ni grandes monumentos, ni personajes de la Historia si no de lo que D. Miguel de Unamuno bautizó como intrahistoria.

Ese es el aractivo noventayochista, en muchos casos y ese es el gancho del libro que hoy recomendamos. En los personajes que pueblan sus páginas podemos encontrar al camarero que sirve el café, a la enfermera del Centro de Salud, al conductor del autobús, a la profesora del Instituto, al entrenador del equipo del barrio…

Se trata de una cotidianidad que se rompe y mucho, cuando acude con su hijo al Pasaje del Terror. Acceden agarrados de la mano pero al primer susto, el niño se suelta y sale corriendo. Él retrocede y encuentra a la señora y sus hijas pero al parecer, el niño no ha retrocedido.

Confuso, desorientado y muerto de miedo, completa el pasaje y, a la salida, por fin le entregan al hijo. Él emprende una queja intensa. Después de su bronca el empleado señala a unas chicas que corren y gritan detrás de un zombi con una radial que persigue. El empleado se limita a replicar <Mire a esas chicas, esto es el pasaje del terror, aquí todos tienen que sufrir el miedo> -Aunque entrecomillada, la cita no es literal-

Formalmente, se trata de un libro sobrio, como todos los de Rata. Sin ilustración de cubierta, fondo azul y letras en blanco y negro, según se trate del campo de autor y título o del texto que acompaña. Ni grueso ni fino sino todo lo contrario es la medida ideal para disfrutar sin quedarse con sensación de poco ni de mucho. Que lo disfruten.

Adolfo Caparrós

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