
Imaginar lo insospechado
Clasificación: Novela
Editorial: Alfaguara
¿Imaginan un escenario en el que la gente dejara de morir? Las personas seguirían envejeciendo, enfermando, perdiendo facultades físicas y mentales, pero sin fallecer.
Ese es el escenario insospechado que plantea esta sorprendente novela. Ante esa situación, empiezan a pasar cosas. Surgen cuestiones teológicas y filosóficas, por ejemplo ¿Qué hay que hacer cuando alguien pide morir y no hay muerte? O ¿cómo se podría llegar a la vida eterna si no hay muerte física?
Esos son algunos de los planteamientos ante los que nos enfrenta el comienzo de esta novela que no va a dejar a nadie indiferente.
Poco a poco, la historia va avanzando y la muerte toma el protagonismo como un personaje femenino que se va humanizando según van pasando las páginas.
La última sorpresa que supone un último planteamiento filosófico es si podría darse el caso de que alguien tuviera la muerte en su destino y lograra esquivarla una y otra vez. Surge así una batalla entre la muerte y el violonchelista que nos va a tener en vilo hasta la última página.
José Saramago es un escritor que plantea muchas preguntas y a la vez va aportando respuestas a dichas preguntas, algo muy de agradecer ya que hay veces que las lecturas plantean muchas preguntas y pocas respuestas.
Formalmente, se trata de una novela absolutamente canónica en cuanto al número de páginas, la tensión narrativa y el tratamiento de personajes y escenarios. Sin embargo, José Saramago escribe con párrafos muy largos y sin apenas puntos, lo que supone un homenaje a James Joyce en “El Ulises”. Son muchos los guiños de varios autores a esta manera de escribir. Por ejemplo, Luis Martín-Santos en “Tiempo de silencio”. En la cubierta, una guadaña, por cierto, también humanizada como personaje, adornada con flores que nos recuerdan que lo más horrible puede guardar una belleza oculta o, al menos, un instante de belleza. Como se suele decir, todo está en los ojos de quien mira. Que la disfruten
Adolfo Caparrós Gómez de Mercado