El hombre pluma  (Selección de cartas a Louise Colet), de Gustave Flaubert


A caballo entre el amor y el oficio de escribir

Clasificación: Epístolas

Editorial: Funambulistahombre_pluma

Cita con mucho tino Ascensión Cuesta, traductora de la obra, en la introducción del libro –también a su cargo- la opinión relativa a que las cartas de algunos autores son más interesantes que su propia obra. Hay quien opina que las memorias suelen estar en esa posición también. Es en esos dos géneros en los que conocemos más en profundidad a cada autor o autora de forma que obtenemos una información muy valiosa que suele dar mucha luz a la hora de afrontar la lectura de sus grandes obras o de comprender lo que leímos en su día en caso de que se haga a posteriori.

En el caso de las cartas que hoy se nos ofrecen encontramos una combinación más que interesante en la que Flaubert era a la vez compañero de fatigas de Luise Colet ya que ella también escribía y amante de una mujer que sin duda ejercería una atracción por el francés en la que se mezclaban sus intereses, poder comentar con ella circunstancias técnicas que a otras mujeres no les llamaría la atención –de hecho lo van a apreciar en el texto-, la atracción física –pese a las quejas de la chica, algo que deducimos ya que solamente se han conservado las cartas escritas por él- En todo caso, encontrarán textos en los que él alude a su entrega sincera a Colet y una amistad que rezuma en la lectura en la que el bueno de Flaubert se comunica con Colet con una intimidad muy especial, la que proporciona, supongo, el haber compartido lecho y horas de charla agradable y cómplice.

Otro punto de interés está en quienes se encuentren en un momento creativo o buscando cómo escribir esa historia que creen interesante pero que no termina de fraguar. No estamos ante un tratado de escritura, ni siquiera, ante un tratado de creatividad pero son varios los tramos del libro en los que Flaubert se desahoga por el sufrimiento que le produce esa demora en la redacción de su gran novela Madame Bovary.

Otro aspecto que me ha llamado la atención es el fino y agudo sentido del humor del francés. No se trata de un tipo de chanza que nos haga reír con hilaridad. Más bien, estamos ante esa broma que nos provoca una risa leve que va más allá de la sonrisa y que nos hace ver, como digo, el ingenio de Flaubert a la hora de comentar alguna situación. Otras veces, la broma viene de lo absurdo de algunas situaciones, como cuando cuenta que se asusta al irrumpir su madre en la habitación por lo concentrado y tenso que se encontraba en la redacción de su libro.

En fin, pese al pequeño tamaño del libro, en este caso, libro de bolsillo más que genuino, encontrarán una lectura concentrada y muy bien seleccionada que nos ahorra posiblemente cartas muy similares que habrían alargado la lectura de forma redundante. En la cubierta, la imagen en blanco y negro de los dos protagonistas. Ella con tirabuzones, elegancia, juventud y una profundidad en la mirada que nos hace ver su inteligencia. Él, de negro, con un bigote que parece compensar el poco pelo en la frente y una postura que transmite seguridad. Al igual que ella, una mirada llena de esa inteligencia que, sin duda, conectó a los dos personajes. Que la disfruten.

Adolfo Caparrós Gómez de Mercado

Doctor en Lengua y Literatura    

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